Assaf Biderman
Director del 'Senseable Cities Lab' del MIT
Elliot y sus amigos escapando de la policía en bicicletas voladoras para proteger a un adorable extraterrestre. Esta imagen ochentera salida de la fértil imaginación de Steven Spielberg es seguramente el mayor (y único) momento de gloria que haya tenido la bici en la ciencia ficción. Merecería más este popular medio de transporte inventado en el siglo XIX y que, con muy ligeras variaciones, continúa ocupando un puesto de privilegio en los deseos de la mayoría de niños del Planeta. A la edad en que casi todo el mundo deja de pedalear y se convierte en aspirante a homo motorizado, Assaf Biderman comenzó a pensar en cómo hacer de la bicicleta un transporte igual de divertido, pero mucho más sencillo, eficiente y útil. El resultado fue una empresa que bautizó como Superpedestrian.
La compañía reunió un equipo de diseñadores e ingenieros robóticos con una misión: transformar el concepto de movilidad urbana. A nadie se le escapa que las actuales ciudades son una pesadilla de embotellamientos de tráfico y contaminación. Para resolverlo la primera idea de este grupo de visionarios ciclistas fue la Copenhagen Wheel, nombrada así en honor a la ciudad danesa (cuyo ayuntamiento financió el proyecto). Surgida en el laboratorio de ‘Senseable Cities’ del MIT, se trata de una rueda trasera que puede adaptarse a cualquier bicicleta convirtiéndola en un vehículo eléctrico inteligente que, además, se recarga aprovechando la energía de la pedalada. Lo que la diferencia de otros transportes similares es que la Copenhagen Wheel solo utiliza el motor cuando sus sensores detectan, a través del esfuerzo que está haciendo el ciclista, que es necesario. La novedad más llamativa del invento de Biderman, además de la sofisticación de sus sistemas de ingeniería, es que puede ser sincronizada y controlada desde una aplicación en el smartphone. Permite guardar datos de las rutas recorridas, frecuencia de la pedalada o ritmo cardíaco y compartirlo con otros usuarios a través de redes sociales, de forma que la experiencia se va haciendo cada vez más útil e interesante.
Assaf Biderman quiere cambiar la movilidad en nuestras ciudades a través de lo que él llama la revolución de las bicicletas. Y, por el bien de todos, ojalá lo consiga.
Elliot y sus amigos escapando de la policía en bicicletas voladoras para proteger a un adorable extraterrestre. Esta imagen ochentera salida de la fértil imaginación de Steven Spielberg es seguramente el mayor (y único) momento de gloria que haya tenido la bici en la ciencia ficción. Merecería más este popular medio de transporte inventado en el siglo XIX y que, con muy ligeras variaciones, continúa ocupando un puesto de privilegio en los deseos de la mayoría de niños del Planeta. A la edad en que casi todo el mundo deja de pedalear y se convierte en aspirante a homo motorizado, Assaf Biderman comenzó a pensar en cómo hacer de la bicicleta un transporte igual de divertido, pero mucho más sencillo, eficiente y útil. El resultado fue una empresa que bautizó como Superpedestrian.
La compañía reunió un equipo de diseñadores e ingenieros robóticos con una misión: transformar el concepto de movilidad urbana. A nadie se le escapa que las actuales ciudades son una pesadilla de embotellamientos de tráfico y contaminación. Para resolverlo la primera idea de este grupo de visionarios ciclistas fue la Copenhagen Wheel, nombrada así en honor a la ciudad danesa (cuyo ayuntamiento financió el proyecto). Surgida en el laboratorio de ‘Senseable Cities’ del MIT, se trata de una rueda trasera que puede adaptarse a cualquier bicicleta convirtiéndola en un vehículo eléctrico inteligente que, además, se recarga aprovechando la energía de la pedalada. Lo que la diferencia de otros transportes similares es que la Copenhagen Wheel solo utiliza el motor cuando sus sensores detectan, a través del esfuerzo que está haciendo el ciclista, que es necesario. La novedad más llamativa del invento de Biderman, además de la sofisticación de sus sistemas de ingeniería, es que puede ser sincronizada y controlada desde una aplicación en el smartphone. Permite guardar datos de las rutas recorridas, frecuencia de la pedalada o ritmo cardíaco y compartirlo con otros usuarios a través de redes sociales, de forma que la experiencia se va haciendo cada vez más útil e interesante.
Assaf Biderman quiere cambiar la movilidad en nuestras ciudades a través de lo que él llama la revolución de las bicicletas. Y, por el bien de todos, ojalá lo consiga.
De: dmedicina
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